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27.7.05

De la Inspiración




















Abrazo esta dimensión de sueños dulces e imágenes tersas!
Si algo he admirado de este panteón de sensaciones seductoras y tabúes sin tiempo en que vivimos, es la flexibilidad y alta gracia con que amedrenta la monotonía más férrea anclada en el pensamiento rígido típico de una mentalidad estructurada.
En las cosas que hacemos estamos; y en las cosas y en nosotros grita el infinito hilo artístico del cómo y el por qué, el inevitable y elegante, el majestuoso.
Podemos encontrarnos en una rama, en una piedra, en el cielo; de nuestra presencia es imposible escabullirse; y donde quiera que estemos, estará nuestro pensamiento y acción, enredado en aquella danza entre la utopía y la realidad que los ancianos sonríen estrepitosamente al ver.
Oh, me temo que el arte es ineludible, y así es perfecto. Abstento pero activo, sabe exáctamente cuándo llegar y cuándo irse la inspiración, y cual espíritu que sombrío cobija nuestros ahnelos más retorcidos.
La iniciativa vuela indemne por sobre lo físico, retrógrado y banal cuando la inspiración la acompaña, y es menester encauzar nuestros deseos cuando la inspiración se encuentre sobre ella! Brazos bañados en oro imponen respeto por sobre brazos de arena.
Inspiración, bendición creadora, pincel divino, elixir de lluvia! Te esperaré por siempre. Tu me espararás? Siempre estoy en camino!
Aun más, si eligieres no llegar, tu solo recuerdo hará brotar los haces creativos, nostálgicos y solemnes del anhelo, el pavor y la vergüenza; vas a decirme que ahí no estás?

9.7.05

Baumherr y La Resurrección del Bosque




















El siguiente toma lugar días atrás en una ventosa tarde de invierno, instalada en un bosque tan antíguo que parecía hecho de polvo y cenizas. Su desolación gritaba noche, y el ventarral lanzaba eufórica sus navajas, filosas como la espada más elegante.
Y hemos que el eco sordo de los pasos de un viajero encapuchado quebró la sepulcral sinfonía de este bosque muerto.
Atento al estridente resonar de dicha osadía, Baumherr, rey búho de esas tierras verticales, giró su cabeza para ver al errante. Y cuando pasaba justo por debajo de él, suscitó:
Baumherr:- Tarde es la hora en que te apiadas de este bosque, §iddhartha. Tu verborragia no sanará las heridas de este agrietado porvenir. He escuchado que conoces el secreto de la vida imperecedera, ¿Es así? En una época este bosque fue frondoso y fértil, amigo innegable de las criaturas silvestres que bebían el agua de sus lagos y comían los frutos de sus árboles. Por qué la vida nos ha abandonado al intemperie y merced de este viento filoso y seco? Pues yo te diré por qué: este bosque ha sido siempre acudido mas nunca amado ni protegido! Ha muerto de tristeza al figurarse que si no tuviere agua ni frutos ni cobijo de la lluvia y el sol candente, estaría verdaderamente solo.
El errante, luego de escuchar convalescente palabras tamaño nostálgicas, esgrimió su réplica.
§iddhartha:- Pues os digo, bienamado rey búho del bosque, veo que tu pena, dolencia y deudos son puros, mas insanos y encauzados senilmente.
No vengo a apiadarme de este bosque, sino a contemplarlo como es. Mis ojos se deleitan al presenciar el eterno relato de su historia, que las nubes inscribieron en el viento. Puntualmente, es la preocupación de este lugar durante su juventud a quedarse solo lo que las nubes y los pájaros redactaron muy eficientemente, a tal punto de haber estrechado el aire de tristeza y vientos cruzados que destruyeron su hermosura.
Los animales que han bebido sus aguas y comido sus frutos nunca os han abandonado; ¿Era acaso un acto de egoismo alimentarse de sus delicias, tal como lo prevé nuestra naturaleza? Es tan paródico como irrelevante y errado el culparlos ¿Dices que este bosque nunca fue amado ni protegido? Pues déjame decirte que he caminado por aquí antes, y he visto con mis propios ojos cómo las criaturas se deshacían en agradecimiento y las aves velaban por su bienestar. Diría que la ambición de este bosque y el inconformismo lo ha hecho envejecer prematuramente, para convertirse en esta máscara deforme del tiempo.
¿Quieres que el bosque vuelva a la vida, y sus animales regresen animosos a rendir tributo a sus detalles y sorpresas?
Baumherr:- Sí, sí! ¿Cómo es eso posible? Oh, arcaico mago, dime el secreto de la vida imperecedera!
§iddhartha:- No existe tal secreto, pero existe la respuesta dentro de cada uno de nosotros, búho magnífico. Son atemporales, si de verdad quieren serlo, sólo deben abrazar su esencia. Pregunta y respuesta son una sola en este caso, y deslindarlas los llevará a conclusiones tristes y mediocres. Encontrad tu pregunta y tu respuesta, búho, encontrad tu felicidad postrera, bosque salvaje! No os preocupéis por la edad, pues es sólo un estado en la mente. Cuando se crean no queridos, recordad que su belleza sólo la irradian ustedes, y en algún lugar es apreciada, aunque ustedes no lo sepan. Su autoconfianza será venerada, e inspirará otras. Vosotros podéis conquistar con la fe en sus corazones, y renacer hoy, mañana, y todos los días hasta que el mundo entero marchite!
Cuando terminaba su discurso, el errante levantó los brazos, y en un parpadeo el búho voló hacia el corazón de bosque. No volvieron a encontrarse hasta el fin de los tiempos, hora en que todos los relojes se detuvieron, pero se cuenta que en ese espacio de ramas retorcidas se encuentra hoy uno de los bosques más sublimes y frondosos que jamás existió.

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