Alguna de las cuantiosas juras que se dan cada día...
Amparándome en mi propia curiosidad, insto en la presente ocasión a reflexionar unos minutos sobre el verdadero significado de la Verdad, y clamo: la Verdad es una creación humana, no existe por sí sola, a menos que alguien crea en ella. Así como el sonido no existe si no hay nadie para escucharlo, y los colores tampoco si no hay nadie para observarlos, lo mismo sucede con el pensamiento veraz.
Pero, entonces, sólo se necesita alguien que crea en algo para que exista? No.
Antes de arrojarme el teclado por la cabeza, escuchadme. No estoy diciendo que al creer que hay un extraterrestre enfrente mío, hay inevitablemente un extraterrestre enfrente mío. La gente necesita parámetros, estándares, apoyos, necesita saber que no es la única persona que cree en algo -y, finalmente, tiende a reunirse con aquellos de pensamiento afín-, y justamente para eso existen las palabras. Pero de las palabras hablaré en otra ocasión, está pendiente, como muchas otras cosas.
Continúo. Cuando una "imágen" -por esto deberá entenderse cualquier cantidad y/o tipo de información que altere de alguna forma u otra los sentidos, o un sentido en particular- se inmiscuye en el camino de una persona, es incuestionable e irreversible el hecho de que esta persona elegirá, dependiendo por supuesto de la imágen hipotética que se plantee, en una fraccionésima de segundo, entre creer en esta imágen o no. Ahora bien, nos chocamos con el siguiente interrogante: Qué es creer? Me expresaré sin rodeos, claro está, siempre desde mi humilde punto de vista, y como de costumbre siendo un sumo placer el verme refutado. Creer es aprehender la existencia de una imágen o cosa, adjudicándole un propósito, un sentido, y usualmente un sentimiento vinculante y propulsor del recuerdo. Ahora bien, si alguien me preguntare qué es aprehender, le contestaría que es, de alguna manera, fusionarse con el conocimiento. No el sólo hecho de saberlo, sino el de sentirlo, o percibirlo, conocerlo desde un punto de vista, podría decirse, familiar. Habiendo ya ahondado lo suficiente sobre la creencia, me retrotraigo hacia lo que nos interesa.
Como he dicho ut supra, la verdad se compone a partir de la creencia, en la mayoría de los casos, de dos personas sobre un mismo concepto o imágen, constituyéndose como casos aislados -es decir, aquellos en donde la creencia de una persona es harto suficiente- las creencias religiosas, abstractas, la gama de modus operandi, la personalidad, las ideas, los pensamientos, los deja vú, los sentimientos, emociones, y el amor incondicional, que casi se ha extinguido por completo.
En lo que concierne a las cosas materiales, están todos los objetos tangibles, legibles y audibles -aunque entre los audibles puede discutirse dado la subjetividad del sentido mismo, esto es, si nos encontráremos ante un discurso político, por ejemplo, no habría disidencias, al menos no en cuanto a lo dicho, a lo que se quiere decir, quizás sí, y caso similar, aunque más profundo y dilemático, la música, tema al que también reservo un escrito futuro-. Voy a centrarme en las palabras, que son, honestamente, el sentido de este post. Son verdad las palabras, frases, dichos y confesiones que transmiten la creencia de uno? O son las que se adjudica la creencia de otro también? Cómo osa una persona creer en la creencia de uno, aunque se lo diga? Será verdad, será mentira? "Seguro fue preso", como dicen. Nada es seguro. La verdad se construye subjetivamente. Los hechos? Si, claro. Sobre los hechos que ocurrieron en el pasado puede llegarse a un acuerdo, en cuando a cómo sucedieron y cuando, pero a lo que es realmente difícil llegar es a el significado de aquellos. Alguien se atreve a imputar un significado -que será inevitablemente subjetivo, por estar atados todos los hombres y mujeres a su propia percepción de las cosas y ninguna otra- y defender a muerte que este significado "es el único verdadero"? El que lo hace, es un imprudente, y un insensible, en el sentido sensorial.
Así concibo el eterno caos de entendimiento entre las personas, las cuales al no poder evitar que sus sentimientos y su pasado empañen su percepción, pueden diferir en prácticamente todo, y por eso, la verdad en sí no existe.
Claro está, que hay acuerdos a nivel universal sobre varias cosas, pero son muy pocas y se limitan a casos generales y no particulares y, aún así, son tan imperfectas que dichos acuerdos tambalean como si estuvieran bailando. Todo esto se potencia con los intereses particulares que como siempre terminan por desbalancear todo equilibrio y echan por tierra cualquier honradez sin importar como se manifieste y tuercen la justicia haciéndola dar vueltas como si fuera una tuerca.
Esto es triste, pero no hay solución para lo antedicho. Donde esté la raza humana, habrá hambre, guerras, malentendidos, discusiones, y cantidades inconcebibles de sufrimiento.
Y también estará esta Verdad frágil, versátil y manipulable sobre la que me he pronunciado tan apesadumbradamente.
Contempladlos, ellos no necesitan inspiración ni siquiera se hacen con migajas de ideas flotan en un plano indiferente de la acción distinto, volátil, solemne, puro, irreal Caminas por debajo, sin llamar su atención. Pero os observan, os miran e intimidan.
Ellos todo lo saben, pero nada cuentan, la verdad y la mentira atesoran orgullosos y altaneros, han visto mucho y conocen mejor que tú aquellos caminos donde las nubes se funden impasibles con el horizonte, su amigo ineludible.
Los árboles se mecen, quejosos les duele tanto sostener tales aves aunque prefieren soportar el dolor y permanecer estáticos, inmutables a caminar entre hombres y mujeres y probar cosas como la traición.
El pasto también los ha albergado y con ellos celebra una grata amistad les cuenta de los pasos el hado repudiando a aquellos que caminan encima alegre de tener amigos como los pájaros que lo respeten y no mancillen su vida.
Levantad la cabeza, amigo despistado y observad su vuelo victorioso ya quisieras tú ser uno de ellos no conocerías el odio, ni la ira ni la decepción, ni la mentira y con ellos solemne volarías.
Su hermandad es inquebrantable ni os atrevas a romper sus filas! Caerán sobre tí sin piedad y quedarás en estado lamentable. Y recordarás estas líneas mientras te desangras inerte.
Admirad los pájaros, respetadlos pues guardan la belleza toda y os protejen del cielo raso tributadles pan, agua, queredlos recordadlos como ellos os recuerdan y alegres volarán sobre vuestra cabeza.
La próxima vez que, por fortuna o no os encuentres y camines en la plaza recordad lo que aquí ha sido dicho y guiñadles un ojo, haced esa alabanza los pájaros lo recordarán, amigo y os reverenciarán al veros pasar.
Todo tiempo pasado fue mejor? Estamos encarrilados en una inevitable pérdida de la gracia y el gozo en nuestras vidas? Cómo podemos permitirnos pensar que, ejecutando todas nuestras acciones para mejorar el estado en el cual nos encontramos, no hay forma de detener tal masa de tristeza galopante? Si se relfexiona unos momentos sobre esto, puede ser frustrante. Si se reflexiona un poco más, puede resultar aún más frustrante, aunque empezamos a buscar los fundamentos. El tiempo pasado son nuestros recuerdos, aquellos que por su belleza llevamos con nosotros, y aquellos que por el daño que nos han hecho nos acompañan queramos o no. El intrínsico pesimismo humano genera un contraste entre estos dos tipos de recuerdo que guarda aproximadamente una relación de un recuerdo bueno por cada diez malos. Por supuesto, este factor es variable para cada persona en particular. Personalmente, yo trato de acercarme al balance, aunque no siempre he conseguido los mismos resultados que hoy día. En ciertas épocas los recuerdos non gratos pueden volver en manada a amedrentar nuestro sufridamente conseguido estado de paz y/o conformismo, pero debe tenerse en cuenta que éste es un factor netamente subjetivo y la alteración que proyecte en nuestras acciones no son culpa de ellos mismos, sino del hecho que nosotros nos hayamos dejado vencer o viciar por ellos. El tiempo malo nunca fue necesariamente mejor. Esta regla general es una falacia basada en el automatismo depresivo del ser. Una persona prefiere esperar lo peor, y ser sorprendida con algo mejor de lo que esperaba, a esperar algo que nunca llegará. Eso es falta de confianza y de fe en si mismos. Y por ende se añoran los tiempos pasados. Podría criticárseme que cómo puede ser que una persona añore los tiempos pasados si es cierto que la hostigan los malos recuerdos. Y a eso respondo con otra frase, también vinculada al típico pensamiento refranero de ciudad: "más vale malo por conocido que bueno por conocer".
INHALA, tolera esa mirada, tolera ese gesto, absorbe ese humo, sufre esa decepción, déjate traicionar, déjate pisar, déjate golpear, soporta esa tristeza, siente ese empujón, oye ese insulto, lastímate, desgástate, irrítate, sufre, llora, espera la luz roja, camina rápido y cabizbajo, ni te atrevas a intentar cambiar algo, perfil bajo o te arrancaremos el alma, soportá, soportá, soportá, sé inerte como una roca, inmutable como un árbol, útil como una hormiga, pero no mas, así podremos manipularte, no anheles, no sueñes, no sientas, no percibas, no pienses, quedate encerrado, nunca salgas, ni lo imagines, o; EXHALA, devuelve esa mirada, devuelve ese gesto, sopla ese humo, revierte esa decepción, traiciona, pisa, golpea, alégrate, empuja, insulta, lastima, desgasta, irrita, disfruta, ríe, cruzad con luz verde, camina lento y altanero, atrévete a cambiar todo, perfil bajo pero no sed reo, contesta, contesta, contesta, sé impredecible como el viento, mutable como el cielo, útil como la lluvia, o aun mas, asi no podrán manipularte, anhela, sueña, siente, percibe, piensa, libérate, sal, deja de imaginarlo.
Aaahhh... Sábado a la tarde.
Este es un momento de ideas, un momento de planes, el momento en que todas las puertas aún están abiertas, disponibles todas las posibilidades, tentadoras todas las chances. El dulce peligro de la acción y los sentimientos cruzados. Es como si estuviera a punto de llover, al borde del caos, del desenfreno, de la noche de thriller.
La sensación de libertad es inconmesurable en este sentido, aunque pesa un poco saber que este momento, como todos los demás, se desvanecerá en el polvo del tiempo. Es harto difícil tomar un camino solo y contentarse a nivel absoluto con él.
Particularmente, en momentos de esta naturaleza me dan muchas ganas de ver a todos. Pero no puedo. Tengo que elegir. Y el momento menos libre es el momento de la elección. A lo sumo puedo hacer dos o tres salidas en una misma noche, pero más que eso es inconcebible.
Cómo te sentís vos los sábados a la tarde? Compartís esta forma de pensar? Me interesaría saberlo.
La cuestión es el pesar que implica la decisión, toda aceptación implica un rechazo a otra cosa u otras cosas, aplicándose más sobriamente el segundo caso. Y podría esgrimirse con aguda sapiencia que el momento de menos libertad es también cuando la decisión ya está tomada, porque hay algo a lo que te adherís, y siempre se siente mejor cuando estás ahderido a una forma de proceder que surgió de un autoconvencimiento que no tiene por qué ser muy esmerado, o en el mejor de los casos, una decisión que no fue tomada por vos, cuasi sinalagma.
La belleza del momento se macera progresivamente y con ella la felicidad, que, si hemos razonado a buen juicio, mediando con madurez entre las cosas que queremos hacer y los compromisos -o no- que tenemos pendientes con otras personas, volverá pero con una máscara menos retorcida y compleja, y festejaremos nuestra victoria como se debe, esto es, ahogados en alcohol.
Os saludo a vosotros y a vuestras respectivas circunstancias en el plano temporal antedicho, y espero puedan congraciarse con la bella libertad que implica!
