<

11.6.06

De la Vanidad Pecaminosa


Nunca fuimos proveídos con instrucciones para vivir; al menos hasta ese punto nuestro horizonte es pasible de visión. Y la nefasta -aun majestuosa- condición de burlona confusión que adorna nuestros pensamientos provoca aquel lamento tan agrio de no poder aferrarse a nada constante en este mundo, por mas extensa que sea nuestra existencia o profundos nuestros propósitos.
Dadas así las cosas, hombres y mujeres de toda procedencia, color, gustos o esencias si se quiere, encuentran su salvación minimalista en considerarse a sí mismos como el eje universal, inintermitente y receptivo de este vaivén de emociones que llamamos vivir. Y en lo tocante a esta triste reflexión, nótese el horrible caparazón que se cierne sobre aquellos que abusan de esta salvación minimalista: el exceso de autoconfianza, el escepticismo desenfrenado y su marcha ruidosa, los descréditos, la inocua autocomplacencia en que la aceptación de una vivencia miserable se esconde, la descreencia en el cambio, amén de una infundada repugnancia por lo ajeno como aderezo de este exótico bocado espiritual.
Sin llegar a una condición psicomecánica, sobre la cual me pronunciare con anterioridad, personas que padecen tras las rejas de esta prisión hecha de sí mismos realmente pueden reflejar un aura de integridad y comprensión, conteniendo el volcán que dentro suyo quiere estallar y volver a creer. Válense de promesas por espada, crítica desmedida por escudo, y altanería por capa; y es por esta razón que quien abra bien los ojos ante ellos podrá contemplar los destellos intermitentes de petulancia y avaricioso raciocinio de creatividad.
Encontrar formas de tratar con el engendro que se retuerce en el interior de su conciencia más profunda ha probado ser una labor ardua hasta para los oradores más habilidosos. No obstante, puede lograrse, y por cierto existen diversas maneras de conseguirlo: ya sea reflejando su tempestuosa irradiación de si mismo hasta que rebalse y se sacuda como pescado fuera del agua, absorbiendo la degenerada y cataláctica orquesta desafinada que bulle desde su discurso, la sola paciencia y voluntad de comprensión amparada por una regular instancia de filtro para aquellos que les toque convivir diariamente con estas criaturas (con el tiempo obtendrán el punto justo y la difusa barrera entre lo concreto y lo desdibujado se volverá tangible) han probado eficiencia a la hora de tratar con esta pandemia en mi propia experiencia, y en allegados también.
Advertidos quedan ustedes, entonces, de esta mascarada condición, y de cómo focalizarla y erradicarla, estos son los lineamientos básicos; mas lo cierto es que las circunstancias en casa caso moldean el virus y su preciada cura.


Hit Counter
Web Site Counter