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10.11.05

Interludo II













Un crimen ha ocurrido! Cuatro sospechosos son interrogados.

Manco: -Yo no fui. Fue el sordo.
Ciego: -El sordo no fue. Fue el manco.
Sordo: -Yo no fui. El mudo es inocente.
Mudo: -...

Cada uno de los que habló dijo una verdad y una mentira.
¿Quien fue el único culpable?

El primero en resolver el precedente será galardonado con un galón de pura malta.


9.11.05

Los Espejos Engañan



















Lo cierto al caso es que pasamos la vida entera sin ver nuestro rostro. Y, de ser posible, me temo veríamos uno solo pretendiendo olvidar los demás: todos aquellos que no preparamos con antelación o ardid de pensarnos realmente bellos. Pretender ver nuestra imágen es tan ridículo como intentar oir un dibujo, un reflejo del impacto lumínico en nuestra piel no puede decirnos mucho mas, del mismo modo que no toda entidad sensual es visible, pues los espejos engañan.

Que es lo que vemos? El óbice de una sensación forzada, la carcasa de su impostergable difuminación y el cuerpo sin vida de un juicio propio que obliteró en el silencio.
Ea! Maculad ese conformismo pétreo que ya demasiado ha hundido sus raices hasta la pulpa de nuestra amedrentada sensibilidad, pues los espejos engañan!

Vamos a condenar el brillo de nuestra sonrisa a un retrato oscuro? O deleitarnos encerrando nuestro inconfundible llanto tras una lámina reflectora, para que no olvidemos cómo hacerlo? Atarnos al prejuicio, y atar a los demás a nuestra pobre visión, es la respuesta? Y la pregunta? El perjuicio de encasillar es que proyecta una anticipación falsa y perfora la alegría de la sorpresa, pues los espejos engañan.

El destierro de la ilusión comienza cuando creemos estar seguros de lo que sucederá; en el acto de miramos al espejo, creyendo que aquella percepción de nosotros es verídica cuando en realidad muestra menos que nuestra imaginación; extendiendo, cuando conocemos a alguien, y lentamente y sin avisar, sustraemos su poder de sorprender, caso en el cual el esqueleto de lo antedicho puede imponerse para llegar prácticamente a la misma conclusión, pues los espejos engañan!


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