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28.1.05

De la Suerte



No es animal, ni mujer, ni hombre, ni vegetal. Será la fortuna de Maquiavelo? O el complemento a la estrategia de Freire? No será el torcer del resto subjetivo que marginan la objetividad de lo que todos vimos que sucedió? No será encontrar en los vestigios de lo obsoleto alguna filosa espada que pueda tajar la delicada tela del destino para que se cierna la libertad sobre los hombros de su portador -y de los que hayan estado concientes de lo que hizo-?
La suerte, en efecto, no existe por sí sola, sino que, al igual que la verdad, no se plasma en otro lugar que no sea la mente humana. Es una interpretación de hechos subsidiada por algo inentendible y cuasi religioso. Pero en esta cuasi religión no hay deidades, y podría ser la más común de todas.
De hecho, alguien, perfectamente sito en sus más racionales cabales, podría llamarla "la Gran Voluntad del Universo". Podría contradecir alguien la verdad invisible que este hombre esgrimiría? Yo lo haría del siguiente modo:
-"Cómo os atreves, diminuto intento de blasfemo, a manchar las queridas creencias de mi raza con tus explicaciones infundadas?"
Y supongo así me respondería:
-"Pues aqui lo digo, oh §iddhartha, que no puedo explicarlo. Sólo lo veo y lo se. Mas cómo explicas tú las cosas en las que crees infinitamente?"
-"¿Acaso no has visto mi corazón hablar cuando lo expongo a los cuatro vientos y a los ojos y oídos de mis amigos y enemigos? Libérate de temor, libérate de duda, y yerra como el viento, apartado del destino que se te trazó al nacer!"
-"¿Pero, cómo puedo alejarme de mi destino si no lo conozco?"
-"Vuestro destino se extiende enfrente tuyo. Es el camino fácil, ocioso. Es entregarte a tu creencia y enamorarte de esa entrega."
-"¿Significa entonces no debería entregarme a las cosas que creo, como lo haces tu?"
-"Yo no me entrego a absolutamente nada, justamente para poder entregarme a todo. Amo la vida, y amo la muerte, amo el sol y amo la luna, amo la lluvia y amo la nieve. Y tú, qué amas?"
-"Yo sólo amo la suerte. Mi suerte."
-"Ergo, a menos que cambies de parecer, es la suerte la que decidirá tu camino, tu principio, y tu fin. Y es algo que ni siquiera vas a haber sentido nunca sino enfocado en ti. Y te perseguirá la duda de si has incurrido en error, y en los oscuros rincones de vuestro corazón lamentarás tu condena, porque ese amor es inexpresable, es inemitible, e inreceptible. Valga la redundancia, compañero errante, te deseo suerte."

27.1.05

Del Adios



Hay una única razón por la que una despedida puede ser placentera, y esta es la vuelta, el retorno, el reencuentro.
Adios es la espina de una rosa que corta cuando se extraña aquel embriagante aroma. A la deriva, sumido en el mar de recuerdos, el momento último resucita y muere infinitamente. Deseos, sueños, ilusiones, expectativas y anhelos se funden obsenamente en el optimismo zigzagueante que trazan los péndulos del pesimismo con brutal descaro.
Y con inhumana agilidad el momento futuro del retorno escapa a las garras de pensamientos funestos, para sobrevivir y alentar a los estratos superiores en donde habitan los pensamientos ilógicos que brindan motricidad a una irremediable máquina de extrañar. Momento futuro que enciende la llama perdida de esperanzas cortantes en nuestro interior y que nos destruye desde lo más profundo.
Y al final esto es placentero pues aunque la llama nos queme nos hace sentir vivos, y reafirma el pensamiento prohibido que hace siglos ruega que es a través del dolor y el sufrimiento que definimos nuestra ambigüa vitalidad.
Entre la colorida gama de diferentes despedidas las dos más comunes:
El grato adios es una garantía de tiempo y suceso futuro, es mutuo acuerdo de que algún día, después del sufrido extrañar, llegará el momento del feliz reencuentro! Aunque con tranquilidad puede esgrimirse que el reencuentro puede frustrarse por diferentes razones, en principio la intención compartida en el momento del saludo prevalece.
Aunque no es así el adios ingrato, en cuyo caso el único mutuo acuerdo que puede suceder sería una paz insípida que simula la inexistencia de ambas partes!

20.1.05

Ser Humano


"Qué es ser humano?..."

Desde que tengo uso de razón y memoria esta pregunta danza burlonamente delante mío. Creo que ha llegado la hora de danzar con ella.
Lo que primariamente presiento es que al ser dicho tópico tan controvertido culturalmente y difuso en todas las interpretaciones que puede atribuírsele es prácticamente imposible concebir la agudeza analítica para hacerse con alguna conclusión tangible.
Será humano ayudar a una niñita llorando en el parque porque ha perdido el rastro de su madre? Intuyo que en el ámbito en el que me ha tocado vivir esto sería bien visto. Ayudar a la niñita haciendo uso de nuestro mayorazgo de edad y razón para dar término a su desesperación encontrando a su madre. Con esto no hay problemas, es claramente un acto de humanidad.
Transladémonos ahora a la pobreza. Desde tiempos inmemoriales los hombres han imputado valor de canje a objetos que consideran útiles o escasos. La sola existencia de algo así se conjuga con la ambición, la astucia y la fortuna de las personas en un eterno desbalance. El hombre se averguüenza de algunas partes de si mismo, y las oculta. Cuando camina, evita mirar al vagabundo. Es esto considerado humano? Veo enfilarse los miles argumentos que podrían dárseme para rebatir esta última afirmación. Pues aquí digo que todos y cada uno de ellos son falaces, y no hacen más que encubrir aquello de lo que la especie se avergüenza, su ego y su precariamente oscuro proceder. Por qué esto no es considerado humano? Porque empaña la buena imágen que la especie quiere armarse de si misma? Aunque yo mismo he sentido vergüenza ajena por esto, debo confesar que como los demás, también he apartado la mirada. Pero muchas veces más que otros he sido solidario.
Vayamos un poco más lejos: No tener vergüenza ajena, sería humano también? Por supuesto que sí. Al igual que todos los sentimientos deplorables, non gratos, viciosos, perversos y viles lo son. Eso es humanidad también. Y, básicamente, es mi punto. Pero con esto no busco desmerecer a la justicia cuando reconoce en nombre de la sociedad toda que un acto es injusto, ilícito, u homicida. Es necesario que exista algún punto de partida, algún punto de apoyo donde habite algo concreto, es decir, alguna suerte de vara divisora del bien y el mal que podamos ver, tocar y sentir en algún lado que no sea nuestra mente. Pero es importante no valerse de esta vara para medir, sino que en lo que a ella respecta una conciencia de grupo la module. El hecho de que este instrumento pueda equivocarse y desbalancearse es evidente, porque lo que lo originó también podía hacerlo.
No hay necesariamente que entristecerse por esto último, dado que la perfección tan anhelada en ámbitos tantos como numeros existan es real sólo en una mente conciente. No hay escape de la imperfección por más acercados que estemos al parámetro opuesto. Es la actitud con la que se aproxima al concepto lo relevante.
Por último, plasmaré este pensamiento en un estado de cosas que el ser humano ha experimentado y experimentará hasta el fin de su existencia, por estar anclado a su viscosa escencia, la guerra.
Planteémonos la poco feliz imágen de un soldado que debe elegir entre matar o morir. Esta desafortunada elección, que a mi parecer acarrea tanta responsabilidad como miseria, estaría sujeta a los parámetros ordinarios de lo que se considera "humano", o excede aquellos cánones? O es que quizás la hipótesis entera esté cerrada a cualquier análisis por tratarse de la defensa de una patria? Entonces, la humanidad toda, que ha cobijado a este soldado desde su nacimiento, estaría dispuesta mirar hacia otro lado mientras dispara? Me temo que mirar hacia otro lado ya no me satisface a mí. Y, a propos, creo que centrarse en "lados" es igualmente obsoleto. De la misma forma, establecer un límite entre lo que es humano y lo que no, también lo es.

12.1.05

Oda a la Ola

Tiempos de retorno, de reinauguración, de reflexión. Y para tal fin, estreno estos perezosos trazos que traje conmigo de la costa.



Oh, adorado mantel de sal
sólo tu refrescas corazones
y ese zumbido celestial
posees en mil tenores.

El viento os acaricia
y la arena os contiene
y el sol os envidia
pues de calor se muere.

Naces como un gesto
en una cara angelical
y yo sutilmente me presto
a contemplarte a vos y al mar.

El horizonte opacas
mientras os elevas
y las nubes giran
y revoltosas miran.

Majestuosa os impones
y ruges cual morbosa fiera
aunque poco es lo que vives
en momento alguno desesperas.

Luego os lanzas furiosa
sobre las aguas inertes
y os conviertes en espuma
mientras moribunda os meces.

Y llegas a la orilla
y a la arena cuentas
vuestra póstuma aventura
y vuestra eterna siesta.

Aquí te esperaré, querida ola
a que vuelvas a teñir de vida
esta playa, esta isla desierta
esta inmutable melancolía.
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